La crisis provocada por la intervención (legal) de los teléfonos de varios dirigentes separatistas catalanes implicados en diferentes grados en los disturbios que acompañaron el proceso de sedición y las vísperas de los indultos, sigue abierta. Los aliados de Pedro Sánchez exprimen su debilidad parlamentaria obligándole a humillarse políticamente –el ministro Bolaños viajó a Barcelona a pedir disculpas ¡por intervenciones telefónicas autorizadas por un juez¡ Pero Pere Aragonès no se da por satisfecho y exige la cabeza de la ministra de Defensa o en su defecto la de la directora del CNI.
En todo este asunto lo más surrealista, por no decir patético, es que Sánchez estaba al tanto del pinchazo de los teléfonos de algunos de los dirigentes de ERC al tiempo que negociaba su apoyo para seguir en La Moncloa. Es difícil encontrar un precedente de semejante doblez al servicio de una ambición de poder que roza la obsesión.
El CNI actúa siguiendo las directrices que le marca el Gobierno y reporta a diario al presidente del Ejecutivo el resultado de sus análisis de situación. Quiere decirse que Sánchez ‘sabía' en qué andaban metidos aquellos cuyo apoyo parlamentario requería. Aún así, decidió asociarse con ellos. Y como sigue en ese mismo registro de sumisión eso le lleva a buscar su apaciguamiento ofreciéndoles una cabeza de turco.
En este caso podría ser la de la directora del CNI, la señora Paz Esteban, una funcionaria leal que al igual que el resto de funcionarios del servicios que dirige se ha limitado a cumplir con los objetivos que les marca la ley. Sánchez, que se siente acorralado por sus aliados parlamentario y también por sus socios de Podemos, tratará de ganar tiempo sacrificando a terceros con tal de no asumir el resultado de su funambulesca manera de entender la política.
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Hemos SUFRIDO el PEOR GOBIERNO DE LA DEMOCRACIA y en el PEOR MOMENTO.... Lo más grave es que el natural de algunas personas les permite con suma facilidad arrastrar a TODO y TODOS CON SU HUNDIMIENTO