Mi televisor de más de treinta años reventó sin más, se quedó frito, llegó su hora como nos llega a todos. Lo mismo le había sucedido a mi audífono, de similar edad avanzada. ¡La defunción de las máquinas! El audífono no lo sustituí, total para qué, ya he oído suficiente en esta vida. Pero con el televisor me dejé convencer, tonto de mí, y el resultado es que desde que tengo una nueva pantalla inteligente (enorme), no hay manera de ver nada. El mando, muy mandón, manda cosas rarísimas, y cada día es más difícil pillar un simple telediario de la 1; los canales y aplicaciones son un laberinto de ofertas disparatadas que ni me van ni me vienen, y encontrar algo cuesta Dios y ayuda. Pero no la ayuda del aparato, para lo cual existen funciones al efecto y los correspondientes botones, porque en ese caso estás definitivamente jodido. No me ayudes que es peor, le dije ya el segundo día.
Mi tele es más inteligente que yo
Palma20/06/22 3:59
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