Palma04/07/22 3:59
No cabe duda de que Sánchez ha echado los restos en la organización de la cumbre de la OTAN en Madrid: concierto de la Filarmónica de Kiev, cena en el Prado –qué ganas de profanar un santuario de la cultura– y menú elaborado por un chef de postín. La cumbre, en sí misma, ha sido un éxito de montaje, incluida la asistencia de los países europeos que aún no pertenecen a la Alianza Atlántica. Y ha servido, entre otras cosas, para perfilar la nueva –es un decir– estrategia geopolítica de la Alianza, que no es otra que la de reactivar, por enésima vez, la existencia de un «eje del mal», en este caso el conformado por Rusia y China. Tan crecidos están, que hasta Biden se permite mojarle la oreja a China con lo de Taiwán.
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