En la primera mitad de los años sesenta del siglo pasado, al acabar el bachillerato se nos ofreció un viaje de final de estudios a Madrid. Me hizo una ilusión enorme porque unos años antes había visitado Barcelona y me quedé prendado de ella. Creía que este embeleso se debía a su gran extensión, que comparada con la Palma de entonces era descomunal. Por lo cual pensé que Madrid también me deleitaría porque en superficie era semejante a Barcelona. Pero Madrid no solamente no me maravilló, sino que me decepcionó. Entonces no fui capaz de dilucidar por qué el encanto recibido de Barcelona me lo negaba Madrid. Con el tiempo y nuevas visitas fui constatando que la diferencia del efecto que recibía entre una y otra ciudad no era su arquitectura ni sus bienes y servicios, sino el exagerado temperamento capitalino de Madrid. Esto lo fui viendo más fehacientemente con mis visitas posteriores a la Transición. Hasta el punto que mis visitas a Barcelona siempre intentaba alargarlas y a las de Madrid acortarlas. Barcelona la he vivido como un origen que me ha enriquecido la vida y Madrid la he ido visitado lo mínimo posible porque me transmite una ingente angustia.
El gran escollo de España
Palma19/07/22 3:59
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1 comentario
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Pues yo que quiere que le diga... creo que el gran escollo de España son esos intolerantes que no aceptan más que su opinión o la de sus afines, que destilan además odio por doquier y que suelen llamar facha a todos aquellos que no piensan como ellos. Ojo, es mi opinión, tan respetable como la suya.