Palma01/08/22 3:59
Durante buena parte de la historia, era casi inconcebible que la mujer compartiera el entorno laboral con el hombre. Lo hacían unas pocas y siempre estaban mal vistas en la sociedad de la ‘gente bien'. Hasta los años setenta, en nuestro país, una mujer podía tener un empleo remunerado, pero debía abandonarlo al casarse, para dedicar su tiempo y su atención a la casa y la familia. Así, niños, ancianos, discapacitados y enfermos eran territorio plenamente femenino, aparte de la limpieza, la cocina y la intendencia doméstica.
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