San José deja lo que está haciendo, encuentra la vaca y, cuando vuelve a su casa, pasada la media noche, la puerta está pulida, pintada, barnizada. La Virgen está cocinando unas sencillas patatas con un poco de orégano, romero, cilantro. Pero no puede terminar porque hay un parto en Nazaret. La vienen a buscar, ella acude presurosa y, cuando regresa, Jesús y San José ya la están esperando sentados a una mesa, que también ha ideado San José: Tiene un poco torneadas las patas, la mesa dispone de relieves curvos en sus junturas. Unos angelitos risueños, en círculo, indican el lugar donde hay que poner cada plato, pero el círculo del plato de la Virgen presenta de nuevo diminutos relieves en colores vivos y rosas pequeñitas precursoras del rosario que pronto le rezará toda la cristiandad.
Los dos hombres de la Virgen la están esperando con la cena preparada: unas papas con romero que, seguramente, ha terminado Jesús pero no es lo mismo. No es lo mismo para la humanidad del Jesús Niño ahorrar sufrimientos a su padre y a su madre que hacer frente a un género humano que no le dará las gracias. No lo suficiente... Por eso «Mujer, no ha llegado mi hora». Bueno, alguno sí le dio las gracias: «No me tienes que dar porque te quiera / pues aunque no hubiera cielo yo te amara / y aunque no hubiera infierno te temiera / Te temiera». Una de las infinitas flores con que algunos humanos han respondido al amor de Jesús.
2 comentarios
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SisetSÍ, amigos invisibles son los que nos quieren cambiar nuestra "llengo", cultura e historia, para anexionarnos a unos inexistentes países. Basta de adoctrinar y catalanizar las islas. No somos catalanes ni queremos serlo.
És curiós que cada cultura té els seus amics invisibles