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No amanece día sin alguna ocurrencia de la señora Díaz. La vicepresidenta y ministra de Trabajo, que vive de la imagen y para la imagen, trata de compensar su debilidad política –no tiene el apoyo del sector ‘pata negra' de Unidas Podemos– con iniciativas pensadas para ser materia preferente en las escaletas de los telediarios.

La última: una propuesta para controlar los precios de los alimentos básicos –una cesta de la compra topada– la ha llevado a adentrarse en el territorio de otros ministros ajenos al suyo, caso de Agricultura, Pesca y Alimentación. Circunstancia que ha obligado a salir a la palestra al titular del Departamento (Luis Planas) para puntualizar que semejante iniciativa resultaría contraria a lo establecido en los tratados de la UE en materia de libre comercio. Por sí Díaz no había captado el mensaje, Planas ha sido muy claro: la medida sería ilegal.

La propuesta de Yolanda Díaz tampoco gusta a otra colega de Gabinete, la señora Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo, quien recuerda a Díaz que se está metiendo en corral ajeno invadiendo competencias. Pero frente a última ocurrencia de Yolanda Díaz quien ha dado en la diana apuntando al núcleo político de la cuestión ha sido la ministra de Defensa, Margarita Robles. Hablando tan claro como acostumbra, ha dicho que no concebía que «dentro de un órgano colegiado, algún ministro quiera entrar en algo que no le corresponde».

Todo el andamiaje de la actividad política de Yolanda Díaz, –recordemos que quien la propuso para sustituirle en la vicepresidencia fue Pablo Iglesias– se sustenta en las campañas de imagen. Y en ello está y en eso consiste la campaña de la cesta de la compra. Una iniciativa pensada como una pieza más de la permanente campaña de imagen en la que está instalada la vicepresidenta.