Que vivimos tiempos sombríos y difíciles es algo que pocos pueden negar. No habíamos acabado de vencer a la pandemia cuando un enorme barco embarrancó en el canal de Suez interrumpiendo los suministros que movían al mundo. Desembarrancado el puñetero barco, un iluminado invade Ucrania disparando la inflación mundial y cortando el gas a Europa. En un entorno tan inestable como este es difícil mantener alta la moral y elevado el espíritu. Son muchos los proyectos que se caen, demasiados los sueños rotos, incontables las esperanzas perdidas. Sin embargo, a pesar de los pesares, hay quienes no desfallecen y siguen adelante. Vienen a mi mente los nombres de dos personas que han sido capaces de realizar sus sueños pese a todo y a todos. El primero es Manuel Avellanas, presidente de la Fundación Cine de Huesca que, armado únicamente de su entusiasmo y su amor al cine, impulsó hace nada menos que cincuenta años la creación del Festival de cine de Huesca. Mantener vivo hoy un festival de cortometrajes es una proeza, haberlo hecho durante los últimos cincuenta años un verdadero milagro. Este Quijote aragonés se empeñó en inundar su ciudad, Huesca, de cine. El prestigio que tiene hoy su festival sobrepasa nuestras fronteras y es uno de los pocos festivales de nuestro país que otorga a sus premiados la preselección, no ya para los Goya, sino para los Oscar de Hollywood.
Un poco de entusiasmo, por favor
15/09/22 3:59
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1 comentario
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HAY...responsables de esta apatía nacional. El peligro no obstante es que CUANDO ESPAÑA SE DESPIERTA DE LA SIESTA....LO HACE DE MUY MAL HUMOR.