Por estos disparates de la evolución, el pie humano carece de las confortables almohadillas de los perros y los felinos, y tampoco está dotado de las sólidas pezuñas de tantos mamíferos; se diría que la sabia naturaleza gastó todo su ingenio en la mano humana, dejando el pie casi desguarnecido, y muy inapropiado para caminar, salvo sobre playas paradisíacas, alfombras persas y moquetas. Como además, y a diferencia de nuestros primos simios, ni siquiera disponemos de dedos prensiles en los pies, que al menos nos permitirían saltar de rama en rama, nuestros remotos antepasados pronto se dieron cuenta de que con esos pies defectuosos la especie no iba a ninguna parte. Nunca se celebrará suficiente el invento de la sandalia, acaso en China hace 7000 años, sin el cual todavía estaríamos chapoteando en la prehistoria. Sin botas para dar taconazos, ni tacones de aguja para que las señoras se contoneen, cosas ambas que al parecer nos apasionan, tampoco habría filosofía digna de mención, pues sin unos pies firmemente asentados en la tierra, y capaces de desplazarse por lugares escabrosos, no hay filosofía que valga. Ni siquiera psicología.
Grandes inventos. Las sandalias
Palma26/09/22 3:59
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1 comentario
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Realment, si les venéssin d'una en una, en lloc de vendrer-les per parells, sens dubte que en vendrien el doble.