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De toda la vida, cuando una cosa ya no tiene remedio y es imposible cambiarla, se le cambia el nombre y santas pascuas. Esto sirve igual en ciencia, economía, política o literatura, y es el abecé de la moral y del márketing. Sobre todo, del márketing político. Los partidos políticos son marcas electorales, y cuando una marca no funciona como estaba previsto, se cambia por otra. En eso están en Unidas Podemos, que no pudiendo alcanzar unidas sus objetivos, ni tampoco separadas al estilo tradicional de Izquierda Unida, parece que han optado por cambiar de nombre rápidamente, antes de las elecciones municipales y autonómicas, y no por otro nombre (marca) sino por varios optativos, a ver si así confluyen de una vez como hay que confluir. En esta decisión, que aún se está negociando, ha influido, además de las dificultades de Izquierda Unida para unirse siquiera a sí misma, el hecho estrafalario de que tenemos una ministra de Podemos, Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, que mientras gobierna en sus ratos libres, lleva un año intentando crear un nuevo partido. Sumar es su nombre, y pretende engullir a toda la izquierda, incluido el propio Podemos, que igual también cambia su nombre. Titánicas las dos labores de esta ministra, por otra parte muy valorada, y hasta simpática según dicen. Una gubernativa y otra filológica, poner otros nombres a la misma cosa para que sea otra cosa. En fin, que sumar o no sumar es la cuestión, y de momento no parece que estén sumando nada. Porque debido a estos trasiegos nominales, Unidas Podemos ya hemos dicho que desaparecerá, y Podemos a secas no se sabe, pero están en ello. No es sencillo cambiar el nombre de las cosas; miren el lío en que se metió la vieja Convergència. Sumar, la futura formación de Díaz, aún no existe, y menuda escabechina de marcas ha provocado en la izquierda. Acaso sería preferible cambiarle el nombre ya, antes de que se consolide, porque Sumar es infinitivo, y ese tiempo verbal ya no se estila. Es muy flojo, carece de pegada. Sumemos sería mejor, y mejor aún Multipliquemos, ahora que se llevan los imperativos. En la izquierda, porque la derecha, con tal de sumar, a menudo opta por las interjecciones.