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Tiempo atrás, el hombre blanco y hetero hacía guasa de todo y el resto, que no comulgaba con sus ideas, sencillamente se debía aguantar. Pero esto acabó y si no, que se lo pregunten a Casillas y a Carles Puyol, que pretendían hacer unas risitas entre colegas que se miden los miembros viriles en una comilona de lechona regada con vino y han salido trasquilados pidiendo perdón o excusándose infantilmente con el hackeo de su cuenta de Twitter.

Está claro que aquellas prerrogativas, el sentirse con la superioridad moral de poder hacer chistes fáciles y guasones a costa de los colectivos discriminados, se han acabado de una vez por todas. Eso es complicado para todos aquellos que crecimos en aquella época, que somos heteros y blancos y cuyo paisaje estaba atiborrado de burlas soeces sin atender a sentimientos. Si uno lo reflexiona a fondo, se da cuenta que, aunque en la actualidad uno se comporte de un modo tolerante, en ocasiones sus actos, conscientes o no conscientes, están impregnados de micromachismos que no detectamos porque nos cuesta un horror liberarnos de la carga moral que nos inculcaron. En el año 2004, el tristemente fallecido Luis Aragonés, tratando de elevar la moral del otro tristemente fallecido José Antonio Reyes, exclamaba: «Dígale al negro que usted es mejor», refiriéndose a Thierry Henri.

Hay un machismo no detectable para la gran mayoría pero que, en rigor, supone la exaltación de los valores tradicionales del hombre blanco. Es un error que ingenuamente cometió Luis y es un error que cometemos muchos al día de hoy. Supongo que todo llegará finalmente. En décadas pasadas se celebraba el día del subnormal, así como suena, término que ahora sería impensable.