Confieso, pese a todo, que no comparto su visión pesimista sobre los logros ni sobre el trabajo de lo que llamó las «élites». El proyecto europeo siempre ha tenido dos elementos: uno, ha sido dirigido desde arriba, no fue fruto de ninguna revolución. Dos, es un proyecto a largo plazo y lo importante es que avance, porque al igual que la bicicleta si uno se para, se cae. Hace 72 años de la declaración de Robert Schumann, el 9 de mayo de 1950, que dio lugar a las Comunidades Europeas. Mucho tiempo en la vida de una persona, pero poco en términos históricos. Los pesimistas dirán que se ha avanzado poco. Para mí, los logros son inmensos. La unidad alemana y la unidad italiana se consiguieron en 1870. ¿Cuántos siglos llevaban Prusia, Baviera o Sajonia peleándose? ¿Quién no recuerda el reino de Sicilia, el de Saboya o del Piamonte antes de conseguir la unidad de Italia?
El pasado 6 de octubre tuvo lugar en Praga un acontecimiento que ha pasado desapercibido. Por vez primera se reunieron los jefes de estado o de gobierno de 44 países democráticos europeos (los 27 de la UE y otros 17) y se constituyeron en la «Comunidad Política Europea» que se reunirá una vez al año y se regirá por reglas parecidas a las del G8. Magnifica idea para consolidar la democracia.
Eso demuestra que el proyecto europeo sigue vivo y alimentándose de buenas prácticas. Enseña también que no hay alternativa. La guerra de Ucrania nos recuerda de manera fatal que no estamos exentos del peligro bélico en nuestro continente, pero también nos muestra, como dijo Sami Naïr, que se ha creado entre los europeos, un verdadero espíritu de solidaridad, antes inexistente.
Helmuth Kohl, el canciller alemán de la década de la «gran galopada europea» (1985 a 1995), decía que «cuanto más fuerte y potente sea Europa, mejor le irá a Alemania». Desgraciadamente su sucesora, Angela Merkel lo veía al revés «Cuanto más fuerte sea Alemania, mejor le irá a Europa». Por eso no se manejó bien la crisis de 2008. Tengo muy claro que cuanto más robusto sea el proyecto europeo, mejor le irá a España. Tengamos confianza y compromiso para que la bicicleta no se pare.
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Los de la Republica Independiente de Cataluña que tomen nota. Sin reconocimiento internacional no hay DUI, no hay moneda común, no hay acceso a los Fondos Europeos, Erasmus, Créditos del BCE, libertad de movimientos, etc....