Vi hace unos días filmaciones antiguas en las que Felipe González tenía el pelo negro, cantaba Cecilia Mi querida España y Nino Bravo Un beso y una flor, Adolfo Suárez decía «Puedo prometer y prometo», imperaba el cine de destape en La Trastienda, con María José Cantudo, o La lozana andaluza, con Maria Rosaria Omaggio y en tantas otras películas. Era en ocasión de los 45 años de los Pactos de la Moncloa. Ya ha llovido, en 45 años puede llegar a llover mucho, pese al cambio climático. Entonces pensé, Dios mío, también las películas envejecen, pese a que captan la inmediatez de un instante. Envejece el vestuario de los actores, envejece el vocabulario de los políticos –era algo posterior, pero me faltó el Es-pa-ña-va-bien de Aznar– y hasta envejecen los desnudos, no porque los que antes éramos jóvenes seamos ahora viejos, sino porque ya no se lleva la tupida pelambrera entre las piernas, ni la melena a lo Antoine, el cantante francés que fue un referente para su generación. Dentro de cien años todos calvos. Por cierto, a todo esto en los Pactos de la Moncloa se llegó a un acuerdo sobre la reforma de la economía, sobre la actuación jurídica y política, se acordó la libertad de prensa y se prohibió la censura previa.
Si pudiera
08/11/22 3:59
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Ojala poguéssim redissenyar l'urbanisme de les illes. Ara ens toca arreglar-ho