TW
1

Vi hace unos días filmaciones antiguas en las que Felipe González tenía el pelo negro, cantaba Cecilia Mi querida España y Nino Bravo Un beso y una flor, Adolfo Suárez decía «Puedo prometer y prometo», imperaba el cine de destape en La Trastienda, con María José Cantudo, o La lozana andaluza, con Maria Rosaria Omaggio y en tantas otras películas. Era en ocasión de los 45 años de los Pactos de la Moncloa. Ya ha llovido, en 45 años puede llegar a llover mucho, pese al cambio climático. Entonces pensé, Dios mío, también las películas envejecen, pese a que captan la inmediatez de un instante. Envejece el vestuario de los actores, envejece el vocabulario de los políticos –era algo posterior, pero me faltó el Es-pa-ña-va-bien de Aznar– y hasta envejecen los desnudos, no porque los que antes éramos jóvenes seamos ahora viejos, sino porque ya no se lleva la tupida pelambrera entre las piernas, ni la melena a lo Antoine, el cantante francés que fue un referente para su generación. Dentro de cien años todos calvos. Por cierto, a todo esto en los Pactos de la Moncloa se llegó a un acuerdo sobre la reforma de la economía, sobre la actuación jurídica y política, se acordó la libertad de prensa y se prohibió la censura previa.

Pero me sigue llamando la atención el hecho de que los personajes filmados en las películas también envejezcan. Esto me lleva a recordar la novela gótica de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray –que representa la obsesión por la juventud y la belleza–, en la que el Dorian Gray retratado en un cuadro envejece, mientras el personaje real sigue anclado en la juventud. Se trata de un personaje insensible, un ‘abusador' que ve reflejado en la decrepitud del retrato el peso de sus pecados. ¿Qué pasaría si las películas envejecieran y nosotros no? Si pudiéramos dar marcha atrás en el tiempo. ¿Cometeríamos los mismos errores? ¿O renovaríamos los Pactos de la Moncloa, borraríamos la Guerra Civil, las guerras mundiales, el hambre del mundo, el Diluvio Universal y la amenaza de      los cohetes nucleares? Si pudiéramos dejarlo todo en una mala película…