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La verdad es que no tengo una opinión clara sobre la candidatura de Reyes Maroto a la alcaldía de Madrid. La todavía ministra de Turismo es una perfecta desconocida al igual que algunas de sus colegas que se sientan en el Consejo de Ministros.

Ganar las elecciones a la alcaldía de la capital de un país no es asunto menor, en realidad los alcaldes de las grandes capitales llegan a ser tan conocidos como los jefes de gobierno. Además las capitales son el buque insignia de los países y los alcaldes manejan presupuestos que ya los querrían algunos ministerios.

Y luego está la lectura política, y en este caso, para el PSOE sería poner una pica en Flandes hacerse con la alcaldía de Madrid que perdió hace unas décadas y no ha logrado recuperar. Pero lo que está claro es que el PSOE tampoco ha acertado con sus candidatos. A la vista están los resultados por eso sorprende que la elección haya recaído en una ministra que resulta desconocida para la inmensa mayoría de los madrileños. Claro que es de suponer que a partir de ahora tendremos a la señora Maroto hasta en la sopa.

En principio, ser una desconocida no tendría que jugar en su contra precisamente porque nadie tiene agravios contra ella. Ahora bien, su estreno no ha podido ser más vulgar. Sin cortarse un pelo, ha dicho que el actual alcalde, José Luis Martínez Almeida es un político al servicio del PP. Que José Luis Martínez Almeida es del PP no es ningún secreto, que cometió un error colosal cuando aceptó ser portavoz de su partido en la etapa de Pablo Casado, es algo más que evidente, pero la ministra no le anda a la zaga. Es ministra porque es de la máxima confianza de Pedro Sánchez, y es candidata a alcaldesa por esa misma confianza. O sea lo mismo que Almeida.

Espero que la señora Maroto tenga algo más que decir que eslóganes y simplezas y sobre todo que sea capaz de presentar un programa de gobierno para Madrid, una ciudad que, como decía Machado, es el rompeolas de todas las Españas.