Aquello era todo lo que Guillermo sabía de la participación de su padre en la Guerra Civil. Contactó conmigo este verano después de leer mi libro El oro de Mussolini y comenzó a enviarme toda la documentación que encontró en archivos militares. Así pude conocer el alcance de este misterioso personaje. A veces, los actores secundarios que no aparecen en los libros esconden historias más trascendentales que las de los protagonistas.
Mateo Bauzá Gayá nació en Vilafranca en 1914. Estudió con los franciscanos en La Porciúncula (Palma) y con solo 15 años ingresó como seminarista. Con 17 fue enviado a Roma a estudiar Filosofía y pasó allí tres años. En esa etapa debió coincidir con el padre teatino Julià Adrover, el intérprete oficial y mano derecha del Conde Rossi, que en Roma parece que ejercía de secretario de los religiosos mallorquines.
Mateo perdió en Italia su vocación como sacerdote y volvió a España para cumplir el servicio militar. Cuando estalló el golpe militar el 18 de julio de 1936, tenía 22 años y servía de soldado de Transmisiones en el cuerpo de Ingenieros de Palma. En su Hoja de Servicios dice que tomó «parte en las operaciones de defensa contra los desembarcos realizados por el enemigo», es decir, que participó en la Batalla de Mallorca.
Su italiano era excelente y por su estancia en Roma debía tener buena relación con el padre Adrover. Sin embargo, su nombre no aparece en el informe que hizo el capitán Jaume de la conquista de Can Servera: «A las seis de la mañana el Conde Rossi marchó con su compañía de Falange a Porto Cristo para perseguir al enemigo que se retiraba en desorden. Con Rossi entramos en Can Servera el teniente coronel García Ruiz; el teniente de Ingenieros García Rosselló; el intérprete Julián Adrover, el intérprete Jaime Obrador; un asistente y el balilla Juan Jaume Pons. Al penetrar oímos un tiroteo. Reconocimos el recinto e hicimos un prisionero». Es posible que fuera el «asistente» o que llegara con otro grupo. No lo sabemos.
Los republicanos llamaban a esa zona el Parapeto de la Muerte. Era el lugar más peligroso de la batalla porque allí sufrían «cada día entre 8 y 10 muertos». A pesar de ello, lo convirtieron en inexpugnable hasta que recibieron orden de retirarse. Su conquista simbolizaba la victoria final, por eso Mateo Bauzá rememoraba cada verano la epicidad del momento.
Una pena que no escribiera sus memorias. Sirvió como militar el resto de su vida y llegó a capitán de Ingenieros. Murió en 1983 a los 69 años de edad.
1 comentario
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Bon article com de costum. Al llevant la gent no sap que va passar, Porto Cristo, Son Carrió, Sa Coma i Manacor tenen una història desconeguda pels residents. Hi ha historiadors com en Toni Tugores que saben que va passar però no ho poden dir obertament perquè alguns residents privilegiats d'avui són els descendents dels feixistes i probablement no volen reconèixer públicament d'on procedeixen. De totes maneres és inacceptable que no es sàpiga que va passar, és una mostra de que no s'ha superat el cop d'estat