Parece que hay mucha gente que no distingue unas situaciones de otras y tiende a adjudicarse el penoso título de víctima para rascar un poquito de atención pública. Lo del otro día en el Congreso de los Diputados no fue violencia política, fue violencia machista. Jamás esa señora (por ponerle apelativo) de Vox habría dicho la barbaridad que dijo sobre Irene Montero si su interlocutor hubiera sido un hombre. Y eso es machismo.
Los de la bancada opuesta se apresuraron a decir que los podemitas a menudo lanzan exabruptos contra la extrema derecha, como llamarles nazis, fascistas y cosas así. Eso puede ser violencia política, aunque se disculpa cuando el adjetivo es correcto. Es decir, a un nazi se le puede llamar nazi y no en calidad de insulto, sino de descripción. A un fascista, lo mismo. Y, de hecho, quienes militan en ese espectro ideológico deberían sentirse halagados y no insultados cuando se hacen acreedores de esas palabras que les definen a la perfección. Otra cosa es el machismo, la chulería, la actitud de matón de patio de colegio, que es lo que se ve últimamente en el Hemiciclo.
Decían algunos –los que creen en esas cosas– que el Parlamento es un lugar sagrado, que representa la soberanía popular, es decir, a todos los españoles y blablablá. Mal vamos si es así. Más parece una plaza de pueblo cuando se celebran fiestas alcohólicas. Desde que la extrema derecha pulula a sus anchas en las instituciones, las formas se han perdido. Ríete de la extrema izquierda, que siempre ha tenido fama de mal vestida, mal peinada y mal hablada. Hemos llegado a un punto en el que Gabriel Rufián, portavoz del independentismo catalán, es una de las figuras más elegantes –en el vestir y en su oratoria– del corral. Quién lo hubiera dicho.
4 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Machista es lo que hace Pablo Iglesias en un video que corre por Twitter como la pólvora en el que se le ve mandar callar a su mujer poniéndole la mano en la boca en un mitín, estando ella sentada. Búsquelo usted y dígame si eso es machismo. O por ejemplo, decir Pablo Iglesias que no le gustan "las viejas" y que azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase. A veces no sé qué da más miedo, conocer a la gente por lo que piensa o tener que pensar qué clase de medios controlan la información.
Recuerdo cuando Pablo IGLESIAS decía esto sobre ANA BOTELLA : “Es la que encarna ser “esposa de”, “nombrada por”, sin preparación . “Relaxing cup of café con leche” y, además, belicista. Una mujer cuya única fuerza proviene de ser esposa de su marido [en referencia al expresidente José María Aznar] y amiga de los amigos de su marido . O sobre MARILO MONTERO : «La azotaría hasta que sangrase. Pero bueno las "feministas" CALLARON...supongo que por que Iglesias es un HOMBRE.
Que la ministra Montero entre sollozos girase la cintura con el dedo señalando a la mitad del hemiciclo llamándoles FASCISTAS es una demostración de INDIGNIDAD.... No se puede ni se debe generalizar... Y además en España NO HAY MAS FASCISTAS que los que llaman FASCISTAS a los que no piensan como ellos:
Bon article, hem de dir les coses pel seu nom. Els de Vox fomenten crispació i són obertament masclistes neofeixistes. Tots els demòcrates hem de fer front davant la intolerància