Como reflejó en septiembre pasado detalladamente Ultima Hora, a raíz de su fallecimiento, Isabel II en su única visita a España estuvo unos días en Mallorca invitada por don Juan Carlos; fue en 1988. La misma reina dijo: «Nunca un rey de Inglaterra visitó España». Estaba mal asesorada Your Majesty (y eso que en Inglaterra sobran los historiadores y asesores de Buckinham) porque en 1905 pasó un par de días en la Isla (aunque no en viaje oficial) la reina Alejandra y el rey Eduardo VII.
La danesa Alejandra (1844-1925) fue reina consorte y emperatriz de la India entre 1901 y 1910. Casada con Eduardo VII, siempre elegante y discreta fue, también, una reina muy querida por los británicos y tuvo que soportar la mala vida que en materia sentimental, con un escándalo tras otro, le dio el rey, por si fuera poco cuando era princesa sufrió el permanente acoso y derribo constante de la todopoderosa reina Victoria.
Estaba la reina Alejandra sorda y padecía reuma, pero procuraba renacer en su penuria de lujo, por eso en 1905 decidió hacer (o le dejaron hacer) un largo crucero por el Mediterráneo en el Victoria&Albert III, barco alimentado con motores de vapor que había sido botado en 1901. Le acompañaban la princesa Victoria, dos ayas, dos dignatarios de la corte, una nutrida tripulación y un barco de guerra a modo de escolta.
El crucero, por una tempestad y porque el reuma de la reina se agudizó, tuvo que hacer escala en Vigo. Allí recibió Alejandra un telegrama de Alfonso XIII. De Vigo fue a Lisboa, donde la agasajaron los reyes de Portugal; luego a Gibraltar y desde aquella colonia a Marsella, donde se unió a la comitiva el rey Eduardo VII. Luego, el crucero puso rumbo a Menorca (seguramente quedándose el rey a bordo, la reina salió a dar una vuelta) y desde la isla hermana a Mallorca.
En nuestra Isla, a principios de abril de 1905, los reyes anglosajones visitaron el Ayuntamiento y el rey Eduardo se quedó mirando detalladamente la galería de retratos de mallorquines ilustres. Le gustó mucho el castillo de Bellver por su hermosa planta circular y la zona de Valldemossa, Miramar y Sóller, que recorrió encandilado al día siguiente. Desde Mallorca, la reina, ya sin lastre, creo, conyugal, puso rumbo a Menorca y desde allí a otras localidades del Mare Nostrum. Hizo, repetimos, ella misma muchas fotos y reunió postales, en el caso de Mallorca de J. Truyol, y con todo eso, más notas de su puño y letra, conformó un enorme álbum de varios tomos.
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