El Gobierno ha utilizando este final del año a un ritmo frenético las tuneladoras, el Tipper-Dump Truck, las excavadoras, las dragas, los volquetes… Están movilizados con la tarea de dejar la demolición de la nación preparada para enfrentarse a la última suerte. Ha hecho los desmontes del TC designando a uno de sus ministros, el que preparó los indultos de los sediciosos, y a una proclive a las tesis de ER, para que vayan allanando el terreno del trágala del referéndum, el que hoy niegan porque mañana le llamarán consulta. Ha realizado un importante movimiento de tierras con la derogación del delito de sedición que borra los delitos del pasado y deja el terreno llano para que cuando lo vuelvan a hacer, queden impunes.
Han hecho perforaciones de túneles para que Puigdemont transite desde Waterloo hasta Barcelona sin el menor reproche penal y para que lo atraviese Junqueras desde su inhabilitación hasta la candidatura a la Generalitat. Ya de paso lo pueden aprovechar los pocos presos que quedan fuera del País Vasco, para que puedan disfrutar de los benignos tratamientos que se dispensan a sus compañeros. Por el mismo túnel están saliendo de las cárceles violadores y otros saldrán antes de tiempo, gracias a la soberbia e ignorancia de Irene y la irresponsabilidad del presidente. Puede que, de paso, con una interpretación amplia del nuevo articulado, incluso Griñán, que solo se dedicó a comprar voluntades con el dinero de los parados para perpetuarse en el poder, salga de la prisión.
Las excavaciones profundas ya las realizó Sánchez al sacar a Franco de la hondura de su tumba, colgado de un helicóptero como si fuera un rescatado en unas inundaciones, por lo que, sin duda, pasará a la historia, pero de la vileza. Las trincheras llevan años fortaleciéndolas: nunca España ha estado tan dividida y radicalizada como ahora. Al PP le han calificado como partido antisistema, enemigo de la Constitución. Intentan expulsarlo de la vida democrática.
España está en juego, su demolición está en marcha impulsada por el propio presidente del Gobierno. No hay nación que pueda resistir los efectos de las máquinas pesadas cuando el llamado a defenderla es el conductor de la pisonadora.
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