No es mi estilo escribir sobre política. No por desinterés, sino porque siempre he pensado que este periódico tiene en nómina a firmas muy cualificadas en esta materia y uno siempre ha optado por otros asuntos. En esta ocasión haré una excepción, fundamentalmente, porque la cuenta atrás ya se ha disparado.
Aparentemente, y me refiero a Balears, estamos ante los comicios más igualados de la historia. A Francina Armengol le avala su gestión en tiempos especialmente revueltos. La pandemia puso a prueba la capacidad de la presidenta y su respuesta fue notable. Tras un parón de la actividad económica sin precedentes, la reactivación de las Islas ha sido atómica, hasta el punto de que se han alcanzado –e incluso rebasado– las cifras de 2019, un año de referencia en casi todos los indicadores turísticos. Pero Armengol lleva ocho años en el Consolat, dos legislaturas, y eso implica un desgaste.
Otro aspecto a tener en cuenta es el peaje que deberá asumir el PSIB por la gestión de Pedro Sánchez en Madrid. Las últimas encuestas han elevado al PP de Feijóo y aunque estos datos no pueden extrapolarse a unas elecciones autonómicas, nadie puede poner en duda que un porcentaje del electorado emite su voto en clave nacional.
Las opciones de Armengol también están estrechamente vinculadas a la suerte de algunos de sus socios. Més inició hace tiempo cambios importantes y Podemos también ha cambiado bastantes cosas. Otra pregunta importante es para quién serán los votos de Ciudadanos, que en otras comunidades se han ido hacia la derecha. En mayo saldremos de dudas.
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