Cuando vamos al teatro y vemos una obra, normalmente desconocemos el arduo trabajo de ensayos que han sido necesarios para que la veamos tal y como la vemos. Son horas sacadas muchas veces de donde no las hay, horas de sacrificio, de total entrega, horas imprescindibles para construir esa obra, por sencilla o compleja que sea. Y es ahí, en los ensayos, donde habita la creatividad porque es ahí donde actores, actrices, músicos o bailarines buscan sus límites, superar su miedo al fracaso, donde se enfrentan a sí mismos abandonando su zona de confort para adentrarse en territorios desconocidos que encierran todos los misterios y más de un peligro. Es ahí donde, surgidas de seguir nuestros impulsos, aparecen todas esas cosas, esos detalles, pequeños o inmensos, que nos ayudan a crear nuestros personajes, a darles vida, a dejar que entren en nosotros para que les prestemos nuestra voz y nuestro cuerpo. Al escenario solo pueden subir los personajes, los actores deben quedarse en la sala de ensayos o en el camerino. Un actor en un escenario lo único que puede hacer es cargarse la obra, porque piensa, los actores piensan, pero son los personajes los que viven, y el teatro es algo vivo, maravillosa y terriblemente vivo.
Reivindicación de los ensayos
19/01/23 0:29
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