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Entre que los socialistas solo se reconocen cuando hacen del Govern un ariete contra la oposición y sus socios, Podemos y Més, se obcecan en la constatación de que sorber y soplar al mismo tiempo es imposible, va a ser muy difícil tomarse en serio algunas candidaturas en las elecciones del próximo mes de mayo.

Cómo explicará Podemos el hecho de formar parte del Govern de Francina Armengol que se prodiga en carantoñas hacia los grandes empresarios hoteleros, mientras una de sus jefes de filas, la ministra Ione Belarra, califica a importantes líderes empresariales de «capitalistas despiadados», nombrando en concreto a Juan Roig, presidente de Mercadona. Los grandes apellidos del turismo balear, Escarrer, Fluxà, Riu, Piñero, Matutes y alguno más que debe haber no se diferencian, como empresarios, de Roig y sin duda comparten su respuesta a las descalificaciones de una ministra del Gobierno del Reino de España, aspecto éste que dimensiona la degradación institucional que provoca el sectarismo, la demagogia y la incompetencia: «Los empresarios generamos riqueza y bienestar; si después, a los que toca gestionarla lo saben hacer hay riqueza para todos y si no, enfrentamientos». Todavía se le debe hacer más cuesta arriba a Podemos la contradicción cuando desde una parte del empresariado turístico, restauración y ocio nocturno, no se entiende como el Govern y los sindicatos se sientan con los grandes empresarios «y no con los pequeños que son los que sufren para cubrir gastos» y ofrecen trabajo durante todo el año, pulla lanzada desde esos sectores por sus desacuerdos con lo pactado entre Govern, UGT y patronal hotelera sobre el convenio de hostelería, reclamando sus particularidades: un bar no es un hotel.

Por lo que se refiere a Més, de nuevo hace como que monta la bronca y amenaza con dimisiones que, de producirse, sólo afectarían a terceros niveles de la Administración. Ruptura, pero menos. En este caso por una cuestión que excita vivamente la sensibilidad de los nacionalistas: la exención del conocimiento del catalán a médicos y sanitarios, medida para intentar cubrir la falta de profesionales que afecta a los servicios del sistema balear de salud. Tal como lo plantea, para Més el idioma de la atención médica está por delante de que haya personal sanitario suficiente para prestar adecuadamente esa atención. En plena brega con los socialistas, desde Més el diputado Joan Mas afirmaba contundente: «la pelota está en el tejado del Govern», tal que su partido se sentara en las bancadas de la oposición, cuando es parte de ese Ejecutivo en cuyo tejado está la dichosa pelota.
La indignación de los nacionalistas recuerda, entre otros, el alboroto organizado con la dádiva de las instituciones al RCD Mallorca. Entonces porque tanto dinero se vinculaba a la promoción turística, uno de los particulares demonios de Més. Aunque sigan sin explicación las razones de tan extraordinaria aportación de dinero de los ciudadanos al saneado club de fútbol, Més se contentó con la supresión de las referencias al apoyo al turismo en los acuerdos de concesión de la millonaria subvención. Y es que entre cabalgar las propias contradicciones y pretender sostener una cosa y la contraria, con la misma actitud convincente, hay una distancia insalvable.