TW
1

Hace tiempo que las chorradas posmodernas tales como el fin de los grandes relatos, las realidades fractales, las deconstrucciones varias y demás aparataje verborreico se han quedado en lo que eran, pompas de jabón. El verdadero truco posmoderno, en lo que ha triunfado, ha sido en devaluar la razón como instrumento de conocimiento, primer paso, y en hacer que la ficción parezca realidad, como culminación del proceso de idiotización del personal que empezó con la llamada crisis del 73.
De lo anterior tenemos ejemplos a porrillos en cualquier medio de comunicación que elijamos. Sin ir más lejos, uno muy reciente, titular de periódico: «La invasión de Ucrania por Rusia podría servir de catalizador para transformar la Unión Europea en una verdadera potencia mundial, como sucedió en su día con Estados Unidos».

Uno de los tantos argumentos del día para justificar el injustificable apoyo logístico a Ucrania, y ridículo por cuanto a estas alturas la Unión Europea depende casi por completo de países terceros para abastecerse de lo más elemental. O la última parida de Núñez Feijóo, que no para: «No verá usted a un católico matar en nombre de su religión», dicho esto en un país que durante siglos se vanaglorió de ser el martillo de herejes y el látigo de Cristo, donde te plantaban en un auto de fe, te vestían de amarillo, te ponían un capirucho y te montaban de espaldas en burro camino de la hoguera a poco que dudaras de la Santísima Trinidad o del cualquier minucia del credo católico, apostólico y romano.