Hay secuelas médicas, cinematográficas, sentimentales, literarias, mediáticas, económicas, sexuales y hasta intelectuales, como las que me dejó a mí de pequeño la labor docente del colegio de curas y la lectura de La isla del tesoro. Hay secuelas de todo, bueno o malo, porque casi todo deja secuelas que rebrotan cuando menos te lo esperas. Para abreviar, la RAE cita únicamente los trastornos tras la curación de una enfermedad, y las pelis o libros que insisten o continúan una historia ya conocida, y define secuela como consecuencia a resultas de algo. Un poco pobre, considerando la abundancia y gran variedad de secuelas, que además están muy de moda en la actualidad, tanto en la política, la industria del entretenimiento o por efectos de la COVID. Hasta me atrevería a decir que todo resulta ser una secuela de algo, y cuanto más viejo te haces, más secuelas detectas. Últimamente me pasa mucho con las noticias, que me parecen secuelas de anteriores noticias de éxito, y con las personas (Sánchez y Feijóo son secuelas), además de con los libros, películas, ideas y novedades culturales. La invasión de las secuelas, mucho peor que la de los zombis. Si no es una secuela, es idiotez, único ámbito que le queda a la originalidad. Será la vejez, decía, pero como a mí los años también me han arruinado la memoria, que no es ni sombra de la que era, a menudo tropiezo con secuelas evidentes de algo y no recuerdo de qué son secuela y consecuencia.
Secuelas
Palma27/02/23 0:29
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