Casi todos los sondeos electorales auguran la subida del PP y la caída del PSOE, y algunos incluso la posibilidad, quizá deseo, de que un pacto PP-Vox pueda desbancar al Gobierno. No pasan de ser sondeos, pero estamos a la vuelta de elecciones. ¿Cómo es posible que un Gobierno que se ha enfrentado a crisis extraordinarias como una pandemia o una guerra aumentando las ayudas a la ciudadanía en lugar de recortar sus derechos como hizo el PP sufra este desgaste? ¿Por qué sus logros económicos a nivel de país no son percibidos por la gente que sí en cambio manifiesta estar mejor económicamente que años atrás?
Responder correctamente a esas preguntas será clave para ganar las próximas elecciones. Sin duda ha tenido un problema de comunicación ya que no ha conseguido que la gente perciba esos logros; también han contribuido a ello, y mucho, las disensiones y discusiones internas de los miembros de la coalición, como también ha descolocado al electorado la tibieza mostrada por la parte socialista del Gobierno en algunos temas o el inexplicable giro dado por Sánchez en el tema saharaui. Y el colofón han sido las nefastas consecuencias en cuanto a reducción de penas y excarcelaciones que hemos vivido con la aplicación de la ley del ‘solo sí es sí' que han empañado todo lo positivo que tiene esa ley para la defensa de las mujeres. Que la parte del PSOE imponga ahora su modificación puede que contente a una parte de sus votantes, pero no va a evitar que esas revisiones de condenas se sigan produciendo y sí puede cargarse precisamente el espíritu de esa ley, el consentimiento. Aquí ha visto el PP su carnaza y no ha dudado en atacar con todas las armas a su alcance, como también lo va a hacer, sin duda, con el caso de corrupción canario recientemente conocido que, amparado por los medios de comunicación afines, acallará incluso el escándalo que supone para la democracia que la Fiscalía pida 15 años de prisión para un exministro del Interior como Fernández Díaz, en el cargo hasta hace bien poquito.
Conscientes de que la desaparición de Ciudadanos ha dejado huérfano un puñado de votos, lo que nos espera este año es un viaje al centro de los dos partidos mayoritarios intentando el difícil, cuando no imposible, ejercicio de no perder los votos que uno tiene a su derecha y el otro a su izquierda y, sobre todo, no poner en peligro las posibles alianzas futuras con otros partidos para formar gobierno, que se han convertido en imprescindibles.
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