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También sucedió un 1 de marzo. Si nadie recuerda ya esta fecha es porque la Historia no tardó en llevársela por delante. Aquel 1 de marzo de 1949, Joe Louis, el más grande peso pesado que se había conocido hasta entonces, anunció solemnemente que lo dejaba. Y lo dejaba como campeón. Atrás quedaban 26 defensas victoriosas del título que le había arrebatado once años antes a James Braddock, en especial aquella tan simbólica en la que, con la II Guerra Mundial ya en puertas, aplastó en un asalto al alemán Max Schemeling. Sin embargo, poco más de un año después de aquel anuncio, Louis volvió a calzarse los guantes. El fisco americano le reclamaba un millón de dólares en impuestos atrasados.

Un año de ausencia de los cuadriláteros era demasiado tiempo para alguien de 35 años que en sus buenos tiempos acostumbraba a pelear cada dos meses. Enfrentado al nuevo campeón, Ezzard Charles, Louis sufrió una triste derrota por puntos. Aquel fracaso en su intento de recuperar el título le obligó a seguir peleando más de lo que cualquier aficionado le hubiera recomendado. En los siguientes doce meses, en una loca carrera por conseguir una nueva y millonaria oportunidad para disputar el campeonato, subió nueve veces al ring. Venció en las ocho primeras. El rival de la novena fue Rocky Marciano y la pelea se programó a diez asaltos. El viejo Bombardero de Detroit aguantó en pie hasta el octavo. Ese 26 de octubre de 1951 quedó como la verdadera efeméride de su retirada. Pero aquello tenía ya poco de celebración. Cuando bajó del ring seguía debiendo dinero.