Bienvenido a este mundo, querido Tomás. Viéndote ahí, tan pequeño y vulnerable con apenas unas pocas horas de vida, pero tan grande y fuerte con tantos siglos de genes y esperanzas, no puedo evitar pensar en lo que será de ti en esos tiempos de amenazas e incertidumbres que te tocará vivir. Y, a pesar de los pesares y atrocidades que nos dominan, mirarte, cogerte entre mis brazos, me hace sentir que no todo está perdido. Seguramente yo no lo podré ver porque ya no estaré aquí, qué le vamos a hacer, Tomás, te ha tocado un abuelo analógico que a duras penas puede entender muchas de las cosas que pasan hoy. Pero sentirte entre mis brazos me ha hecho reencontrarme con todos aquellos sueños que creía ya perdidos y que me han hecho como soy. Cuando miro atrás hacia lo vivido veo aciertos y errores, luces y sombras, pero, sobre todos ellos, los intensos momentos de felicidad que algún día viví y esa inmensa sensación de sentirme intensamente vivo que acompaña mi hoy.
Carta a mi nieto
16/03/23 0:29
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