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Tres mil migrantes, de quince países, se concentran, en estos días, en las fronteras de México con U.S.A. intentando entrar en este último país. Algunos sienten en ello un vía crucis, portan cruces, rezan. Se trata de atravesar México de sur a norte desde Honduras. Otros se lanzan al Río Bravo, puede ser más rápido pero también puede conducir a la muerte como aquí, en Mallorca, arriesgan la vida seres humanos buscando la acogida de la UE cuyo eje de pensamiento obedece a una serie de principios entre ellos el mandamiento según el cual decir solo lo que es ‘políticamente correcto', aunque sea la mayor falsedad, hacer lo que es ‘políticamente correcto', pensar de modo ‘políticamente correcto', es una obligación.

Consagrados por el uso son paradigmas que no tienen nada ni de políticos ni menos de correctos. Uno de esos paradigmas es el presupuesto según el cual los nacidos en lo que se llama ahora América Latina, y es en realidad Hispanoamérica o Iberoamérica, tienen que emigrar. Esos países da la impresión de que piensan que, en todas sus instancias, gobiernos, de investigación, sociales etc. el futuro de los individuos está en la emigración. A Europa o a América del Norte. Los que se quedan permanecen sujetos a los que se van pues dependen de los recursos que se les envían.

El que se va sufre las consecuencias del desarraigo, la soledad, recibe a lo mejor más dinero, oportunidades de trabajo… y también malos tratos, una Seguridad Social muy cara… y grandes facilidades para abrazarse a una botella de alcohol, si no de papelinas y otras sustancias adictivas. Está bien que la existencia nunca será equilibrada, ni justa, ni perfecta pero basar el progreso en la injusticia no solo no es correcto. Es suicida.