De los pequeños placeres de cada día se habla y escribe mucho, yo diría que demasiado, son casi un género literario, y de los relamidos. El primer café, la ducha matinal, los días despejados, la primera cerveza, los zapatos nuevos, el canto de un mirlo, el olor de las tostadas, esa chaquetita de punto, el periódico recién comprado, ella con el pelo mojado. Cosas así, pequeñeces. Pero que según nos han contado mil veces, alegran la vida, porque a diferencia de los grandes placeres, están al alcance de cualquiera. No digo que no, pero tanta insistencia es sospechosa, porque de las pequeñas cabronadas no se habla. Para mí que esos pequeños placeres están sobrevalorados, y en cambio, las pequeñas putadas, por su irrelevancia, carecen de audiencia.
Pequeñas cabronadas de cada día
Palma29/04/23 0:29
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