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Otra de las expresiones que están muy en boga en estos últimos tiempos es la muy valorada y socorrida ‘pasar página', que viene a significar que uno debe apresurarse a liquidar los asuntos ya molestos ya penosos que nos afligen a menudo. Si alguien dice, por ejemplo, que ha sufrido un desengaño amoroso y que ha conseguido «pasar página» –se supone que en un visto y no visto– se convierte en héroe sentimental. Y si, tras la muerte de un ser querido, suelta un «sólo quiero pasar página y volver a sonreír», ya tiene la cuestión medio resuelta. Puesto que de ahuyentar las desgracias lo más pronto posible es de lo que se trata. Ser desgraciado o estar triste pronto estará penado. No se puede. Y la expresión ‘pasar página' está facilitando las cosas de una forma impresionante. Últimamente me he aficionado a una telenovela casi legendaria ambientada en los primeros años 80. Uno de los personajes es una detective que solo quiere descubrir si su padre está muerto y, en caso afirmativo, quién lo mató. «Lo único que quiero es enterrarlo dignamente y pasar página», dice constantemente. Lleva así desde que empezó la actual temporada. Hasta los policías parece que pasan página después de cerrar un caso. Al menos esta chica no piensa en otra cosa. Yo creo que si me hubieran matado a mi padre, me costaría lo indecible pasar página y, como se suele apostillar, poder cerrar este capítulo. La vida está compuesta por capítulos. Todo muy novelesco. Y esto resulta muy chistoso, puesto que nadie lee, como se puede observar fácilmente (las sombras de Grey y el Código da Vinci no cuentan). La literatura es otra cosa. Pero bueno, lo importante es cerrar páginas. No sé cuáles. A ver si es que son páginas web.