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Amedida que se acercan las elecciones, los socialistas presumen de ser tan patriotas como el que más, con el fin de atraer los votos de ese centro basculante que puede marcar la diferencia de resultados.

Una de las últimas manifestaciones de este tipo la hizo la ministra de Defensa, Margarita Robles, al arremeter contra el PP por sus críticas al Gobierno en Bruselas. Lo que es habitual que hagan todos los partidos opositores con sus respectivos Gobiernos en la Eurocámara, para la ministra y sus compañeros de partidos es una deslealtad y poco menos que traición. Vino a decirles a sus rivales que menos arroparse en la bandera de todos y, en cambio, más patriotismo al defender a España en el extranjero.

Pero, de verdad, la bandera española, ¿es de todos? Si realmente lo fuese, en las manifestaciones y actos de la izquierda tendría que ondear la enseña nacional, cosa que jamás ocurre, No digo yo que España deba ser como Estados Unidos, donde hay tantas banderas nacionales como habitantes. Pero no deja de ser sintomático lo de otros países, donde la oposición no tiene problemas en exhibir la bandera paria. Por ejemplo, en Israel, donde Pedro Sánchez animo a los adversarios de Netanyahu, que se manifestaban con la misma enseña nacional que los partidarios del Primer Ministro.

Aquí, en cambio, donde se ve en la calle un puesto o un acto con la bandera rojigualda estamos seguros de que es un acto de la derecha, y no porque ésta se apropie de la bandera que sí debía ser de todos, sino porque la izquierda hace ascos de un emblema que sustituye por enseñas partidistas cuando no estrictamente anticonstitucionales.