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Desde la noche de los tiempos, a la gente le encantan los colgajos, y llenar los espacios públicos y privados, así como el propio cuerpo, con cosas que cuelgan, preferentemente de tipo textil. En ocasiones ondean, se agitan y se retuercen a merced de la más leve brisa. No hablamos ahora de ahorcados, otra prueba de lo mucho que nos gusta colgar cosas, y que la gran Billie Holiday cantaba en Strange Fruit tras colgarse una magnolia de la oreja. Ni siquiera de vestimentas y complementos colgantes, sean togas, sotanas, cíngulos, pañoletas o corbatas, sin mencionar los numerosos tipos de colgantes para engalanar cuerpos, estancias o edificios. Hablamos de cortinas. De cortinas, visillos, cortinajes, banderolas, telones, tapices, etc. Las cortinas son la cosa más inquietante y desagradable que puede haber en una casa, incluso si también hay allí cadáveres en los armarios.

A mí siempre me provocan un raro malestar, no sólo las cortinas del baño, famosas por Psicosis, sino todas en general y oculten lo que oculten. Porque para eso son las cortinas. Para ocultar, pero no demasiado. Que se note. Que se puedan correr y descorrer, que se muevan suavemente. Jamás he tenido ninguna en mis casas, ni loco, ya aguanté bastantes de pequeño. El colegio de curas estaba plagado de colgaduras y cortinillas. Ahí debí desarrollar mi fobia a las cortinas, y eso que nunca llegué a ver unos zapatos asomando por debajo de ninguna. Y qué. Peor aún si no asomaban; mala señal, reflexionaba. Señal de que este cabrón es cuidadoso, o no tiene pies, como los fantasmas. Y mucho peor si el cortinón se mueve solo. En fin, algo que cuelga y oscila no puede ser bueno. Aunque probablemente se trata de una fobia asociada a la antropofobia, y quizá a la nictofobia (miedo a lo que no se puede ver), lo cierto es que en mis diccionarios de fobias no encontré la de las cortinas y colgaduras, ni ansiedad y trastornos similares, salvo el pavor de banderas (vexilofobia). Quizá sean ediciones anticuadas, aunque me extraña, porque ya el Renacimiento tuvo lugar a base de cortinajes y tapices. En fin, que me sacan de quicio las cortinas, también las de humo. Será algo irracional, pero qué le voy a hacer.