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No, no me refiero a votar bien a lo Mario Vargas Llosa, para quien votar bien es votar lo que le gusta a él. Me refiero, en cambio, a un voto razonado, casi les diría que práctico, en estos tiempos de nuevas visceralidades emocionales.

Desde el ámbito local –municipal, insular y autonómico– se despachan cuestiones tanto o más importantes que desde el estatal. Los resultados de estas elecciones afectarán a cuestiones tan básicas y cercanas como las guarderías infantiles y las tasas y becas de la universidad y la formación profesional. También a la lucha contra el abandono escolar, o las facultades universitarias de las que disponemos. Afectarán al transporte público –tren, metro, autobús–, a sus rutas, frecuencias y precios. Tendrán consecuencias directas sobre nuestro sistema sanitario, el acceso a la salud dental y mental y las condiciones de trabajo del personal sanitario. De hecho, marcarán en gran medida todas las cuestiones laborales, desde el desempleo a las condiciones de trabajo (de las kellys, por ejemplo) y los inspectores del ramo disponibles. De estos resultados dependerá la protección de los más vulnerables, que esta Comunidad aparentemente rica son aún muchos, demasiados.

El desempeño de los gobiernos locales y autonómicos repercute también en la gestión del medio ambiente: básicamente, se trata de si como sociedad optamos por frenar la masificación, frenar el crecimiento de plazas turísticas, limitar los cruceros, recuperar la agricultura y ampliar las áreas naturales y parques, o si preferimos acelerar la saturación de plásticos, asfalto, hormigón y crema solar hasta el colapso.

Asimismo, estos comicios articularán la respuesta que seamos capaces de dar al gravísimo problema de la vivienda, y de nuevo podemos optar: aumentar la urbanización y dejar funcionar al mercado, o poner límites y ofrecer ayudas para el acceso a la vivienda –alquiler y compra– de los residentes.
Si usted reflexiona sobre estas cuestiones, y muchas más que ahora decidimos, en esta jornada tan indicada para ello, seguro que votará estupendamente, aunque corra el riesgo de que después Mario Vargas Llosa le riña. Visto lo que nos jugamos, parece una consecuencia más que asumible.