Scott Ritter, exoficial de inteligencia (marines) de los EUA se pregunta cómo reaccionarían sus conciudadanos si Putin pusiese un gran ejército en la frontera con México. Jack F. Matlock Jr., vivió el final de la URSS en primera persona. Fue embajador allí (de 1987 a 1991) y antes director senior de Asuntos Soviéticos con el presidente Reagan. Hace años declaró: «Considero equivocada la recomendación de incorporar nuevos miembros a la OTAN en este momento. De ser aprobada por el Senado, bien podría pasar a la historia como el mayor error estratégico cometido por los EUA desde el final de la Guerra Fría.» Se une en su planteamiento a un grupo de 14 antiguos militares y altos funcionarios de seguridad nacional, que publicaron una carta abierta en el New York Times pidiendo diplomacia y no guerra.
Forman parte de la Eisenhower Media Network, una organización independiente del Pentágono y del complejo militar-industrial. Enfatizan que Rusia dejó claro, desde 2007, que tener fronteras con la OTAN sería inadmisible, como lo fue para los EUA la instalación de misiles en Cuba en 1962. Según el profesor John Mearsheimer (Chicago), «si no se hubiese expandido la OTAN muy probablemente no habría guerra hoy; eso ha sido un desastre.» El fallecido George F. Kennan (uno de los mayores eruditos de los EUA sobre las relaciones con la URSS); William Perry, que fue secretario de defensa con Clinton; o el actual director de la CIA Wiliam Burns; son algunas de las otras voces que han criticado la renuncia a la diplomacia.
El experto Francisco Pascual de la Parte, exministro-consejero de la embajada de España en Moscú, embajador en Kazajstán y cónsul general en San Petersburgo, señala: «El conflicto no surgió por sorpresa. Las cancillerías occidentales recibieron hasta 8 avisos [el primero en 1986] de lo que iba a ocurrir y no supieron interpretar esas advertencias.» Añade: «sin la guerra en Ucrania no habría habido intervención rusa en Siria.»
Pero los gobiernos vocean más guerra. Serbia y Hungría han sido atacadas sin piedad por los medios, afirmó el ministro de AAEE húngaro Péter Szijjártó, por no querer contribuir a la escalada del conflicto.
Pero el «que se anime a expresar públicamente sus dudas acerca de la sensatez de seguir expandiendo el conflicto, se encuentra rápidamente descartado como operador de Rusia, un loco conspiracionista o un Chamberlain moderno» (La Mañana). La hegemonía geopolítica está en juego y eso es mucho dinero.
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