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Entre los llamados mártires de Dios y de España, hay uno prácticamente desconocido que esconde una terrible e incómoda historia familiar. El teniente Ramón Camps Gordon murió en el asalto a Porto Cristo durante la Batalla de Mallorca de agosto de 1936. Las autoridades le rindieron encendidos homenajes y levantaron un monumento a su memoria. Lo que entonces no se contaba es que ese mismo bando que tanto le laureaba acababa de fusilar a su hermano mayor por republicano. La madre, Mercedes Gordon García-Rovés, había perdido antes un hijo en las guerras de África y acabaría perdiendo otro que servía como legionario en el frente de Madrid. En total, sacrificó cuatro hijos, tres de ellos en la Guerra Civil. Franco le concedió la Medalla de Sufrimientos por la Patria, pero sin citar al republicano.

El teniente de Artillería Ramón Camps era de San Sebastián y residía en Palma en julio de 1936. Su hermano mayor, Jaime, era un deportista famoso –corrió los 100 metros lisos en las Olimpiadas de 1920– y había muerto sirviendo como teniente en el Desastre de Annual de 1921. Cuando llegó la sublevación militar de 1936, Ramón no dudó. Se puso a las órdenes de los golpistas y se encargó de labores de seguridad en Palma. Ignoraba que en esos momentos estaba perdiendo a su otro hermano mayor: Francisco Camps era capitán de carabineros en Burgos y el 29 de julio lo fusilaron por mantenerse fiel a la República.

El 16 de agosto la situación dio un vuelco en Mallorca cuando 5.000 antifascistas desembarcaron en la costa de levante. Ramón Camps fue enviado al frente en la segunda oleada al mando de una ‘batería a pie’. Su primera misión fue atacar el flanco izquierdo de Porto Cristo, justo el lugar mejor defendido por los antifascistas. Según el diario de operaciones, su grupo estaba ‘especializado en tirar granadas de mano’ y ‘avanzó valientemente, teniendo que aguantar mucho fuego y un gran empuje’ porque el enemigo iba desalojando el pueblo justo hacia su flanco.

Se quedaron clavados a 30 metros del llamado Parapeto de la Muerte, una larga pared de piedra bien defendida por los antifascistas en las alturas de Porto Cristo. En ese momento, «fueron víctimas de vil engaño, pues los enemigos tiraron las armas al suelo y levantaron las manos, haciendo ademán de rendirse. Los nuestros suspendieron el fuego y fueron barridos por una ametralladora oculta». Murieron en aquel ataque cuatro oficiales y diez soldados. Sus cadáveres se quedaron en tierra de nadie y no pudieron ser recogidos hasta dos semanas después.

La prensa dedicó varias crónicas a los ‘héroes caídos’. Ramón Camps recibió la medalla militar individual ‘por su comportamiento en Porto Cristo’ y todas las autoridades asistieron a un homenaje en el cementerio de Palma. El coronel Martínez de Tejada dijo de él que «sus puros sentimientos patrióticos le colocaron al lado de la verdadera España». La dictadura levantó una gran cruz justo en el lugar donde murió, la actual plaza del Monumento de Porto Cristo. En 2004 sufrió un atentado de Terra Lliure y un año después la retiraron. Hoy nada hace pensar que allí se libró la batalla más decisiva de la Guerra Civil en Mallorca.