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Una cabeza de puente no tiene nada que ver con cabezas de ganado, ni tampoco con las cabezas de chorlito. No van por ahí las cosas. En terminología militar, que por cierto es la más adecuada en la actualidad, se llama así a la fortificación que defiende un puente en territorio hostil, y ya por extensión, a cualquier avanzadilla en zona enemiga que permita obtener ventajas futuras, y aguante lo suficiente para facilitar una invasión en toda regla. Por supuesto, también en asuntos de negocios y economía empresarial se usa esta expresión, cuando alguna multinacional abre nuevos segmentos de mercado introduciendo algún producto a modo, precisamente, de cabeza de puente. Y cómo no, en política, donde todos los grupos intentan establecer cabezas de puente en el electorado adverso, para ir ganando espacio palmo a palmo. Parece que el Gobierno, y los analistas y comentaristas más o menos progres, no han logrado entender todavía por qué lo tienen tan crudo en las elecciones, con lo bien que han gestionado. ¿Por qué?, se pasman. Cómo es posible que no nos quieran. Habré leído unos 1742 artículos sobre ese misterio en las últimas semanas, y sigue igual de misterioso. A ver si será que no hemos comunicado bien, farfullan. Y no.

La respuesta es que Vox utilizó el procés, y luego el feminismo, para ubicar sus cabezas de puente, ahora a pleno rendimiento. El PP, como de costumbre, introdujo en terreno enemigo una cabeza de puente imaginaria, el sanchismo, que al ser algo de naturaleza metafísica, resulta inatacable. Una fortificación fantasma. La izquierda no se dio por enterada. Parece que aún no han entendido que las batallas políticas ya no se libran en el mundo físico (un lugar para personas corrientes), sino en el psíquico y simbólico, donde cualquier patraña o fantasía puede servir de cabeza de puente. Sin la cual no hay forma de iniciar la incursión masiva. Tampoco parecen saber mucho de lenguaje militar, como se vio cuando pusieron a media docena de generales para informar sobre el COVID. Y ahora, a estas alturas, pretenden llevar la confrontación al terreno de los hechos. ¡Hechos! Precisamente, donde las derechas establecieron sus fantasmales cabezas de puente.