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La que nos espera. Un pleno municipal en el que el equipo de gobierno de Jaime Martínez se ve solo como la una porque unos le hacen la cobra, Vox, y la oposición le da el no. Judas bailando la yenka. Los de extrema derecha aliados a sus enemigos con tal de presionar al regidor, quien en un discurso de investidura poco creíble se presentó como el alcalde de todos. ¿De todas también? Su independencia de gobernar con mayoría relativa, apeando a Vox, se antojó de primeras un alivio solo que gobernar en lo ‘relativo’ tiene mucho paso en falso.

Como andamos de retroceso, saquen ustedes la mantilla y el rosario, déjense de inhalámbricos y déle al pick up, que estamos en los sesenta, como irónicamente nos están mostrando los de Canamunt, que han hecho del asfalto playa, y del ruido, Sounds of Silence.

Nos quedamos con un primer pleno en Cort de traca que ha servido para darle músculo a la estrategia de Vox: chulesco, con morritos, me voy pero sabes que volveré, en plan Pimpinela. Les cuadra la aritmética porque en esta ciudad les han votado más de treinta y dos mil personas, y así jugarán al gato y al ratón, como ha estado haciendo la inminente presidenta del Govern balear, que sí, gobernará en solitario pero cediéndole mucho poder a Vox, es decir, sí a un listado de leyes que van a acabar colocando a esta sociedad en la casilla de salida. Vuelta a empezar.

El regreso al pasado se ha escenificado con el quita y pon de la bandera del Orgullo LGTBI, eliminada en el Parlament, presidido por quien se atrevió a publicar en un tuit que «las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene», y con la aquiescencia del PP. Así nos va a ir el baile.

A la búsqueda de surfear con una tabla con cuatro quillas, se va cerrando la semana con el sí pero no de Marga Prohens a Vox, que a cambio va a darle un puntapié a la ley de memoria histórica, votada en su día por el PP. ¿Cómo dar credibilidad a estos políticos que hoy dicen sí y mañana no? Pues millones de desmemoriados les han dado el sí. No es de extrañar, en este país abundan quienes quieren seguir echando tierra sobre los asesinados en la guerra del 36 como a Aurora Picornell, violada y torturada por ser mujer y roja.

Como puntapié le van a dar a las mujeres víctimas de violencia de género porque ser amenazada, insultada, violada, asesinada, no es por razones de género, es por violencia «intrafamiliar». ¿Intraqué? Ah claro, que el género es un término ideológico. ¿Y qué es la eutanasia? ¿Y el aborto? Los de Vox se mueven en las lindes de la sinrazón, de una ira hecha a golpe y puño, de una venganza guardada en el tarro de las esencias. De una ideología que se erige en ser españoles, odiar el catalán, aunque no hablan ni mallorquín en sus casas. No me extraña que Campos se vaya a Madrid. Ya lo hizo Bauzà. ¡Ay perdón, Bauzá! Cosas de la ideología. ¿O será de la ortografía?