TW
2

Pablo Sepúlveda Allende es nieto del prestigioso, querido e inolvidable expresidente chileno –¡socialista en mayúsculas!– Salvador Allende. Recientemente, ha dirigido una valiente y objetiva carta al joven mal informado y mal asesorado presidente de Chile, Gabriel Boric. Le preocupa que actúe teledirigido por los sabios pensantes del Club Bilderberg. En la misiva afirma: «Es muy sesgado y grosero que equipares sin el más mínimo argumento el supuesto debilitamiento de las condiciones básicas de la democracia en Venezuela, la permanente restricción de las libertades en Cuba y la represión de Ortega en Nicaragua».

El que suscribe semejante insensatez no «significa transformarse en un pseudoagente de la CIA»; pero sí denota una importante irresponsabilidad e inmadurez política que puede transformarse en un elemento útil para la derecha o, peor aún, terminar siendo esa «izquierda sosa ambigua, una izquierda inofensiva, que por oportunismo prefiere parecer políticamente correcta esta izquierda que no es ni chicha ni limonada, que no quiere quedar mal con nadie». Pablo Sepúlveda Allende finaliza el escrito a Boric recordando una obviedad: «Una persona alcanza su nivel más alto de ignorancia cuando rechaza algo de lo cual no sabe nada».

Somos muchos y cada día más que pensamos que el joven estadista –oportunista y ambicioso donde los haya– va gobernando el país tomando decisiones político-socio-económicas antagónicas que, recordemos, nada o muy poco tienen que ver con las promesas, que, con no poca convicción antineoliberal, hizo en su día gracias a las elecciones y no por otra razón las ganó.

Para terminar, no es casual la situación. No seamos ingenuos, Boric. Lo mismo les pasó en su día a los que estuvieron al frente de los gobiernos socialdemócratas de Michelle Bachelet, Julián Lagos, etc, que, dicho sea de paso, absolutamente nada tuvieron ni tienen que ver con el socialismo, la libertad, la democracia y la defensa de los derechos humanos de Salvador Allende, ni afortunadamente de su nieto, quien está, en mayor o menor grado, al servicio del gran especulativo y corrupto poder financiero.