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A medida que nos acercamos a la fecha de las elecciones, las encuestas van dibujando un escenario en el que el PP aventaja al PSOE pero sin mayoría por sí mismo para formar Gobierno y poder gobernar en solitario. En esas circunstancias, el apoyo de Vox se revelaría imprescindible. Si se confirmaran las proyecciones de los sondeos, se abrirían dos escenarios. Núñez Feijóo podría ser investido con el apoyo de los diputados del partido que lidera Santiago Abascal aceptando como peaje su entrada en el futuro Gabinete y el resultado sería un gobierno de coalición como el que en su día formó Pedro Sánchez pactando con Pablo Iglesias la entrada de Podemos en el Ejecutivo. Una segunda opción –menos probable– sería fruto del apoyo de Vox pero sin participación en el Gobierno. Cualquiera de las dos posibilidades están en el centro de lo que se avecina. Algo similar acontecería en el otro lado del tablero en el caso de que aunque el PSOE no fuera la lista más votada Pedro Sánchez lograra reeditar otro gobierno Frankenstein. Al volver a apoyarse en los votos de Sumar, ERC, Bildu, el BNG, la CUP y algún otro partido minoritario se renovarían las tensiones que hemos conocido a lo largo de la legislatura. Tensiones derivadas de las sucesivas y onerosas concesiones de Sánchez a grupos como ERC cuyos dirigentes fueron condenados –y posteriormente indultados– por su participación en el intento de golpe de Estado en Cataluña o los traslados al País Vasco y la atenuación de régimen penitenciario de un centenar largo de presos de la banda terrorista ETA, contrapartida impuesta por Bildu para apoyar al PSOE. Caso de repetirse la situación, tanto ERC como Bildu ya han hecho saber que elevarían la apuesta: exigiendo la celebración de una consulta sobre el mal llamado derecho de autodeterminación. Sánchez ha negado que pudiera llevarse a cabo, pero dados los antecedentes –indultos, supresión del delito de sedición y malversación– la duda abre paso a la incertidumbre.A medida que nos acercamos a la fecha de las elecciones, las encuestas van dibujando un escenario en el que el PP aventaja al PSOE pero sin mayoría por sí mismo para formar Gobierno y poder gobernar en solitario. En esas circunstancias, el apoyo de Vox se revelaría imprescindible. Si se confirmaran las proyecciones de los sondeos, se abrirían dos escenarios. Núñez Feijóo podría ser investido con el apoyo de los diputados del partido que lidera Santiago Abascal aceptando como peaje su entrada en el futuro Gabinete y el resultado sería un gobierno de coalición como el que en su día formó Pedro Sánchez pactando con Pablo Iglesias la entrada de Podemos en el Ejecutivo. Una segunda opción –menos probable– sería fruto del apoyo de Vox pero sin participación en el Gobierno. Cualquiera de las dos posibilidades están en el centro de lo que se avecina. Algo similar acontecería en el otro lado del tablero en el caso de que aunque el PSOE no fuera la lista más votada Pedro Sánchez lograra reeditar otro gobierno Frankenstein. Al volver a apoyarse en los votos de Sumar, ERC, Bildu, el BNG, la CUP y algún otro partido minoritario se renovarían las tensiones que hemos conocido a lo largo de la legislatura. Tensiones derivadas de las sucesivas y onerosas concesiones de Sánchez a grupos como ERC cuyos dirigentes fueron condenados –y posteriormente indultados– por su participación en el intento de golpe de Estado en Cataluña o los traslados al País Vasco y la atenuación de régimen penitenciario de un centenar largo de presos de la banda terrorista ETA, contrapartida impuesta por Bildu para apoyar al PSOE. Caso de repetirse la situación, tanto ERC como Bildu ya han hecho saber que elevarían la apuesta: exigiendo la celebración de una consulta sobre el mal llamado derecho de autodeterminación. Sánchez ha negado que pudiera llevarse a cabo, pero dados los antecedentes –indultos, supresión del delito de sedición y malversación– la duda abre paso a la incertidumbre.