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El pasado viernes se materializó la investidura de Marga Prohens como nueva presidenta de Balears, circunstancia que supone el regreso al poder autonómico del Partido Popular tras ocho años en la oposición. Es la consecuencia más notable de los resultados del 28-M, aunque quizá no sean los últimos. La proximidad de las elecciones generales del próximo 23-J generan una inevitable contaminación entre ambos procesos, en especial por lo que supone de exhibición de estrategias postelectorales. Aquí en las Islas la relación entre el PP y Vox todavía no ha quedado resuelta, como resulta evidente en el Ajuntament de Palma, donde el alcalde Jaime Martínez sigue vetando la entrada de la ultraderecha en el gobierno municipal.

La portavoz de Vox en el Parlament, Idoia Ribas, dejó clara en su intervención que su grupo va a estar vigilante con respecto al Govern del que no forma parte pero que ha posibilitado su formación, tal y como pretendía desde el primer momento Prohens. El tiempo dirá si la estrategia de fragmentación institucional de las negociaciones tras el 28-M entre el PP y Vox ha sido acertada. De momento, los seguidores de Santiago Abascal han quedado fuera de la gestión en Cort y el Govern, mientras que en el Consell de Mallorca han obtenido una vicepresidencia y un área en exclusiva.

Desde el PP se tiene por seguro que Vox no acabará siendo un lastre al final de la legislatura, como lo ha sido para los socialistas la alianza con Unidas Podemos en todas las instituciones; el Govern sería la excepción. Es cierto que las pretensiones de Vox son, en la mayoría de los casos, meras declaraciones de intenciones; recados a la madre superiora. Con todo, no es menos cierto que los esquemas ideológicos resultan cuanto menos preocupantes. Es cierto que Franco murió en 1975 y que la Guerra Civil acabó en 1939, lo que Idoia Ribas olvida es que desde entonces siguen abandonados en las cunetas y fosas comunes los cuerpos de miles de represaliados y asesinados por el franquismo. Y esto es intolerable.

La obsesión por el catalán de Vox será uno de los mayores quebraderos de cabeza que tendrá el conseller d’Educació, Antoni Vera, y por supuesto de la presidenta. Evitar la confrontación social por este tema tendrá que ser un objetivo prioritario para los próximos cuatro años; fracasar en esta cuestión tendrá un elevado coste electoral en el futuro.

Elecciones abiertas

Esta noche tiene lugar el esperado cara a cara televisivo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el que se considera decisivo para inclinar la balanza electoral del 23-J en favor de uno u otro. Resulta curioso comprobar como en esta campaña a las elecciones generales Sánchez sea su principal adversario, en todas las entrevistas trata de contrarrestar la imagen que él mismo ha proyectado desde que llegó al Palacio de la Moncloa. Habrá que ver si la estrategia del miedo por la casi inevitable colaboración postelectoral entre el PP y Vox que se alimenta desde el PSOE y Sumar para descabalgar a Feijóo da resultado. De momento la figura de Yolanda Díaz –socia imprescindible de los socialistas– ha quedado desdibujada; la izquierda sigue desmovilizada.