Desde hace siglos, censurar, prohibir y encima sermonear, eran actividades propias de las derechas religiosas, alentadas por la Iglesia desde su indiscutible superioridad moral, mientras las izquierdas refunfuñaban, protestaban y gritaban libertad. Pero desde que se impuso la tan denostada corrección política, una mescolanza izquierdista de puritanismo y mojigatería obligatoria, exacerbada luego por la fanática cultura de la cancelación (mojigatería tremendista), el mercado de valores sociales dio un vuelco violento, y ahora todas las ultraderechas del mundo claman libertad. Así ganó Trump, y crece Vox, mientras las nuevas izquierdas (woke, les llaman en EEUU), también desde la superioridad moral y cívica, siguen sermoneándonos y censurando expresiones malsonantes, palabras o imágenes que hieran susceptibilidades muy susceptibles y, para desolación de los humoristas, hasta bromas de mal gusto.
Problemas con la censura
Palma21/07/23 0:29
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Idò podem quedar amb l'humor de n'Arevalo, de mariquitas, dones, de negres.. tot molt inclusiu