El Gobierno se ha enredado con su oferta a la Unión Europea, luego desmentida, de cobrar por el uso de las autovías. Es la condición impuesta para recibir la última entrega de fondos comunitarios, cuando podría haber hecho en su lugar el propósito de aumentar algún otro impuesto o reducir alguno de los muchos gastos superfluos que hay.
Pues no, decidió poner peaje en las autovías, por aquello de que quien las use que las pague o, dicho de otra manera, quien contamine que apechugue con ello. No me parece ningún despropósito puesto que España tiene la escalofriante deuda pública de 1,54 millones de euros y de algún sitio hay que recortar esa cifra.
Además, España tiene una de las mejores infraestructuras viarias del mundo y eso no supone limitar en exceso la utilización de autovías. Resumiendo la situación, nuestro país tiene 49 aeropuertos, la mayor red de alta velocidad ferroviaria de Europa y segunda del mundo, trenes convencionales, autopistas, autovías y carreteras nacionales y otras, con lo que el tráfico está asegurado. Por eso, cobrar por el uso de autovías no impide el uso gratuito de carreteras nacionales ni exige al pago vía impuestos a quienes no usan el transporte por carretera.
Es, pues, un problema de equidad, que no lo sería si aumentase, por ejemplo, el IVA de los alimentos o disminuyesen determinadas prestaciones sociales, lo cual afectaría tanto a los que tienen coche como a los que no. Lo que pasa es que la expresión subida de costes está proscrita y sólo el mencionarla produce sarpullidos. Así que ya sabemos el futuro que nos espera.
2 comentarios
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La única infraestructura necessària no feta és el Corredor Mediterrani.
El futur que mos espera és seguir pagant 5.000 milions d'euros cada any o la independència