No, los ciudadanos no otorgan mandatos ni gobiernan. Los ciudadanos votan, pero al votar, normalmente, no se ponen de acuerdo entre ellos, sino que expresan individualmente una voluntad o una preferencia. Cuando un ciudadano vota al partido de su preferencia no está pensando en que ese voto sumado a otros servirá para construir una mayoría. No es así. Uno vota al PSOE o al PP pensando que ganará y luego, ya veremos. Y lo mismo con el votante de Sumar o de Esquerra Republicana, del PNV, etc.
El día de las elecciones, por la noche, los partidos pueden empezar a especular sobre quien tiene posibilidades de formar una mayoría en el parlamento, pero no porque haya un mandato popular sino porque sus dirigentes quieren. Puede haber y hay votantes del PSOE incómodos con la alianza con SUMAR y muchos que no aceptan que su partido dependa de los independentistas para gobernar. Ciudadanos con un fuerte criterio ético y que, antes que entregarle la llave a Puigdemont, preferirían una repetición de las elecciones.
En el otro sector, hay votantes del PP que no ven bien el apoyo de Vox para gobernar (que hoy parece no darse), preferirían otras soluciones y se preguntan porque al PP le cuesta tanto encontrar aliados. Pero también puede haber votantes de ERC que rechazan apoyar al PSOE y así sucesivamente.
Aunque el pasado jueves 17 haya parecido otra cosa, no hay una mayoría social de izquierdas como se proclama porque ni PNV ni Junts parecen muy izquierdosos. Ni tampoco se la puede llamar estrictamente de progreso. Otra cosa es que los dirigentes negocien. Pero la suma del PSOE y SUMAR nos daría siempre menos escaños y votos que la suma del PP y VOX. Tampoco hay una mayoría alternativa en la derecha, como ha quedado en evidencia. De los demás partidos no puede hablarse en términos ideológicos porque prevalece su aspiración nacionalista separatista.
Con lo que está ocurriendo está claro que se busca el poder por el poder, pero no la coherencia ideológica y que no parece la Constitución ese bien último que deba ser preservado. Un gobierno de 21 partidos (solo SUMAR aporta 14 partidos) no se puede amparar en un mandato de los ciudadanos porque éstos nunca votaron con este gobierno in mente.
Felipe González o Aznar buscaron el apoyo del PNV o de Convergencia en algunas elecciones, pero es que el partido más votado tenía por lo menos 156 escaños (ahora el PP, 137). En 1993 el PSOE pudo formar un gobierno mayoritario con IU, pero no quiso. No hubiese sido coherente. «Otros tiempos», se dirá. Sí, otro tiempo en el que primaba la coherencia ideológica sobre la conveniencia partidista.
6 comentarios
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La majoria d'espanyols no volen saber res de res del PP ni de Vox, d'en Feijó i de n'Abascal, per tant, pareix que es ferà el que va votar la majoría, o no?
A Espanya no només s'ha de contemplar la dicotomia dreta - esquerra. També s'ha de mirar la dicotomia imperialistes castellans - antiimperialistes castellans. El Ppvox treu molt de rèdit a la seva catalanofòbia i són els que rompen Espanya creant crispació
És curiós treure a passejar, ara, sa coherència ideològica com a quid de sa democràcia... amb partits de dretes que s'han autodenominat "dels treballadors" i partits d'esquerres que han fet polítiques de dretes, quan "primaba la coherencia ideológica" en sa formació de governs però no en sa pràctica governamental.
Así es. Nunca mejor expresado. Enhorabuena por el artículo.
Jamás he votado a un partido pensando que iba a ganar las elecciones, ni en el bipartidismo puro y duro ni ahora. Y, aunque no lo sé, imagino a muchas otras personas en mi misma situación. Las coaliciones de Gobierno ni tienen por qué ser una unidad ideológica, y de ahí su mayor capacidad de representación (y la única opción actualmente, en verdad) de la pluralidad de nuestra nación. Hubo otros tiempos de mayorías absolutas, efectivamente. Pero esos tiempos han acabado, y hay que adaptarse a los nuevos, incluso constitucionalmente si es necesario.
Indudablemente el SISTEMA DEMOCRÁTICO tiene fallos algunos clamorosos pero es el MEJOR SISTEMA CONOCIDO. Lo qué ocurre es que el nivel de calidad democrática BAJA por la FALTA DE ÉTICA DE ALGUNOS GOBIERNOS EN EL PODER.