El otro día resolví una gestión de manera presencial. Fue en pocos minutos y después de intentos vanos –y prolongados en el tiempo– de intentarlo a través de un proceso supuestamente ágil y telemático (ay, Telémaco y la Odisea) que te obligaba a identificarte una y otra vez y a recibir confirmaciones e instrucciones para los siguientes pasos a través de mensajes en un móvil que debías consultar sin tiempo a completar los anteriores, lo que te obligaba a volver a empezar en una especie de historia interminable. Aquel día, ese en que resolví una gestión de manera presencial, había pasado por delante de una oficina de la Administración y entré, un poco como quien siente la llamada de un pastel en el escaparate de una pastelería.
Telémaco y Kafka
Palma08/09/23 0:29
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