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Quiero destacar una importante cualidad de la solidaridad, que es la gratuidad. El psicoanalista y sociólogo alemán Erich Fromm, miembro destacado de la Escuela de Frankfurt, en 1956 afirmó: «El amor (la solidaridad) sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales».

Este pensamiento de Fromm es profundo y exigente. Viene a decirnos: solo el amor gratuito es genuino amor. El test, la prueba del amor es la gratuidad. Un amor interesado es estrategia, es táctica para conseguir algo, pero no auténtico amor.

El genuino amor no es el que busca la satisfacción de nuestros fines personales, sino el que procura el bien del otro o de los otros sin esperar recompensa. La gratuidad, por tanto, es la característica más esencial del amor y de la solidaridad.

El amor comienza a desarrollarse de verdad cuando no es utilitarista, sino altruista, desinteresado, gratuito. «Amar –decía Teilhard de Chardin– significa colocar la propia felicidad en la felicidad de los otros».