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Asisto con preocupación a todo lo que está sucediendo en la Franja de Gaza, donde el horror y la muerte se han convertido en compañeros habituales. El enésimo episodio del conflicto entre palestinos e israelíes lleva camino de convertirse en uno de los más cruentos de la historia de la humanidad y nadie debería ser ajeno a ello.

A pesar de la tibieza de algún político, el ataque del grupo terrorista Hamás debe ser condenado y perseguido. Fue una brutalidad y centenares de israelíes siguen secuestrados. Israel ya ha advertido que no descansará hasta acabar con Hamás y todo a punta a que la guerra será larga, incluso podría involucrar directamente a algún país de la zona.

Dudo que con estas líneas se consiga algo, pero la comunidad internacional debería mediar y poner freno a esta escalada de muerte y terror. Israel ha sido atacada y tiene todo el derecho del mundo a defenderse, pero la realidad es que el conflicto lleva camino de convertirse en un genocidio. El odio acumulado durante tantos años solo puede conducir a más odio. A más destrucción, a la muerte de más inocentes.