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Los cinco hermanos Llull Duran, alias Galina, eran conocidos por su rudeza en Sant Llorenç des Cardassar. Estaban afiliados a Esquerra Republicana Balear para que nadie les «escupiera en la cara» y, cuando estalló la guerra, decidieron no dejarse «atrapar como ovejas». Tres de ellos consiguieron el milagro: pasar a zona republicana durante la Batalla de Mallorca. Sin embargo, como han investigado Llorenç Capellà y Josep Cortès, la guerra se cebaría después con ellos: uno fue asesinado, otro murió en el frente y los otros tres sufrieron prisión y exilio.

El primero en morir fue Llorenç. Tenía 36 años y su mujer estaba embarazada. Por eso –y por el mal consejo de un vecino– decidió quedarse con ella y no acompañar a sus hermanos hasta la zona ocupada por las milicias antifascistas de Bayo. Los falangistas lo asesinaron el 24 de agosto de 1936 en el cementerio de Son Coletes (Manacor). Su cuerpo sigue desaparecido.

La noticia de su muerte la dio su cuñado, Jeroni Riera Parera, que había sobrevivido milagrosamente al mismo fusilamiento. Iba con Llorenç en la camioneta camino del cementerio cuando consiguió desatar sus manos y salir corriendo. Sus perseguidores le acertaron en la barriga, pero corrió hasta desaparecer entre la maleza y se escondió en una casa donde le socorrieron. Al día siguiente, atravesó la línea del frente. Según cuentan, casi lo matan los mismos republicanos porque a la pregunta de «¿quién va?», como no sabía en qué trincheras estaba, se equivocó y respondió «¡La Falange!».

Los hermanos Jaume, Guillem y Joan lo estaban esperando en zona republicana para recibir la triste noticia. Todos reembarcaron con las milicias a la Península y combatieron en varios frentes. Hay una foto del grupo llorençí reunido en Barcelona, frente a la sede del PSUC, en la plaza de Catalunya. La única que se quedó en Mallorca fue la otra hermana, Joana, que no se había metido nunca en política, pero sufrió varios meses de prisión en Palma.

En julio de 1938 Jaume ingresó en el cuerpo de carabineros y murió en la Batalla del Ebro. Los otros dos sobrevivieron. Guillem se exilió a Francia y Joan fue detenido e internado en campos de concentración. Se atrevió a volver a Mallorca, lo encerraron en Illetes y después lo desterraron a Valencia. Nunca pudo volver a su pueblo. En una entrevista en 1986, dijo que no guardaba rencor y que no quería «saber nada» de la política.

La familia Llull Duran ha sido borrada del mapa de Sant Llorenç. Cuando el anterior Govern colocó allí una piedra de homenaje al hermano asesinado, no acudió ningún familiar. Algunos viven en el extranjero. Gracias a las redes sociales, he encontrado a un nieto de Jaume en Manchester. Se llama como su abuelo, Jaime Llull, y vive allí porque su mujer es inglesa. Sobre la muerte en el Ebro, asegura que no saben «nada más». Tampoco saben dónde está enterrado ni ha recibido homenaje o compensación alguna. Se muestra a favor de recuperar la memoria, pero «siempre sin buscar reabrir heridas». «Una Guerra Civil es la locura más insensata que le puede ocurrir a un país», añade.