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Les aseguro que el panorama político que está siendo capaz de construir Pedro Sánchez para mantenerse en el poder supera los límites de la senstez y lo razonable. El relato ha logrado la total desconexión con la realidad. Cuando él asegura que concediendo la amnistía a los responsables del proceso independentista de Catalunya se logrará la reconciliación entre los catalanes y la solución del problema, los promotores del 1-O responden que lo volverán a hacer. El propio Sánchez habla del «encaje» de Catalunya en España, cuando la respuesta de sus interlocutores -tanto de Esquerra Republicana como de Junts- es que no hay otro objetivo que desencajar Catalunya del Estado. Poco le importa a este personaje, que está haciendo de la mentira -la hemeroteca es demoledora- el santo y seña de su estrategia para seguir en La Moncloa. No hay escrúpulos.

A estas alturas ya resulta inútil reiterar que el propio Pedro Sánchez ha quedado enredado en las exigencias de un sátrapa como Carles Puigdemont, frente al que lo más llamativo es la docilidad con la que la militancia socialista acepta todas las condiciones del independentismo; desde la amnistía -medida impensable en un régimen democrático- hasta dejar las puertas abiertas para la celebración de un referendum de autodeterminación en Catalunya. Pura claudicación. Alguien debería recordar que en el punto de partida de este problema está José Luis Rodríguez Zapatero, sí el presidente del Gobierno que se comprometió a respetar el resultado de la reforma del Estatut catalán que se aprobó en referéndum en junio de 2006. Le pasó el cepillo en el Congreso y el Tribunal Constitucional acabó la faena gracias al PP. Los sectores proindependentistas del nacionalismo se dedicaron a poner la gasolina, tirar la cerilla y asegurarse de que el fuego no se apague. Por si alguien no lo recuerda, el PSOE apoyó la aplicación del artículo 155 de la Constitución que intervino la Generalitat y que el despligue policial en el 1-O cumplía con un mandato judicial. Hasta aquí hemos llegado y así estamos.

La cínica intervención de Sánchez ante los mandamasillos del partido se centró en justificar sus concesiones al independentismo «en el nombre de España» y como un mal menor, una arrogancia muy propia de dictadores. La cuestión es evitar a toda costa un nuevo enfrentamiento electoral, consciente de que ha mostrado sus cartas ante los ciudadanos y que en estas condiciones los resultados le podrían ser más adversos.

Funanbulismo educativo

El titular de Educació, Antoni Vera, ha recibido ya el primer plantón de buena parte del sector educativo, eso de pretender consensuar lo ya pactado con Vox en materia de elección de lengua en la enseñanza no cuela. La presidenta del Govern, Marga Prohens, está entrando en una espiral de la que cada vez le será más complicado salir; la relación con Vox es tóxica en cada vez más frentes. Por anecdóticos que puedan parecer. Si se quiere llegar al final de la legislatura con ciertas posibilidades de continuidad es indispensable aclarar conceptos entre el PP y Vox con urgencia, de lo contrario el adelanto electoral se perfila como la única salida decente a toda esta situación.