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Está muy de moda actualmente, y con razón, comprar productos de cercanías; es decir, desviar los productos frescos de la granja (de nuestra Part Forana) a la mesa casi sin intermediarios (sin middle-man, que diría Burton Holmes); ahora que está de moda eso, viene como anillo al dedo una de los cortos fílmicos más impresionantes que se han hecho de Mallorca. Esa excelente web que es FAM (Fotos Antiguas de Mallorca) publicó un maravilloso documental de cine mudo (se puede ver en YouTube, poner ‘Burton Holmes Mallorca’) de diez minutos que nos muestra cómo era la Mallorca en 1920.

Este corto recoge un viaje por una Mallorca paradisíaca y agrícola, funde el paisaje y el paisanaje de una forma pintoresca y asombrosa. La fachada marítima palmesana, la Serra de Tramuntana, los trajes típicos mallorquines, los olivos retorcidos, los excelentes vinos y la vida campesina, ya trillando o -lo que más llamó la atención de la película en el extranjero- una escena en la que una mallorquina aguanta a su bebé para que pueda mamar leche de la ubre de una cabra.

Esa escena, la de la cabra dando de mamar, encandiló a Burton Holmes (1870-1958), que, por cierto nunca estuvo en Mallorca, ni hizo ninguna película de Mallorca. Sí edito y estructuró las imágenes que en 1920 rodó en nuestra Isla uno de sus mejores camarógrafos, el estadounidense virginiano y miembro de la masonería Hereford Tynes Cowling (1890-1980) quien, además de viajar por todo el mundo, fue director de fotografía de Paramount (Burton Holmes Travel Films). Cowling, desde 1919 estuvo rodando por Europa y por el norte de África, acumulando un ingente material fílmico. Al principio del viaje, en Francia, le acompañó Burton pero luego Cowling siguió solo, sin su jefe.

Cowling contactó con el Fomento de Turismo de Mallorca, organismo que le dio todo tipo de facilidades, y le hizo el trabajo de campo, porque consideraba que dar breves conferencias sobre Mallorca en Estados Unidos podrían atraer a turistas de postín. El editor y productor de la película sí fue el famoso Burton Holmes que recorrió el mundo haciendo cortometrajes turísticos (que él denominó notas documentales de viaje o travelogue) de cientos de países (desde Japón o Java hasta Italia o Francia). Estos filmes los distribuía la Paramount y Burton tuvo un gran éxito y se hizo millonario. Su técnica consistía en lo que él llamaba lecturas; es decir, en una sala se proyectaban varios de esos cortos y Burton, teniendo como referencia las imágenes, daba una charla sobre el lugar en cuestión.

Una vez Cowling le entregó las escenas que pilló en Mallorca a Burton, este último estructuró los distintos bloques de la película. Hemos localizado el mecanuscrito de este guión mallorquín en la Biblioteca del Congreso de EEUU, tiene medio folio, como todos los demás de este tipo de cortos, y se centra en la escena de la cabra. Es posible que comentándola Burton terminaba jocosamente sus veladas cuando ponía la película, decía ante su nutrido auditorio: «En Mallorca no había intermediarios y la comida no se adulteraba, iba de la cabra al niño».