TW
0

Quizá no deberíamos preocuparnos demasiado por los reiterados avisos de que esta legislatura recién comenzada será muy inestable, puesto que aquí (en España, en el mundo), lo único estable es precisamente la crisis. Esta frase del título, muy buena para ser mía, pertenece al escritor cómico ruso Dovlatov, al que leo desde hace tiempo por puro afán de diversión y para mantener el ánimo en medio de tantas desgracias. Y considerando que Rusia lleva más de un siglo en crisis, sin contar la del presente, sabe bien lo que dice. Que lo único estable, precisamente, son las crisis. El estado más natural de las cosas, donde nunca hay recesión, y si bien jamás se avanza, tampoco se retrocede. La estabilidad en sí. Y si Rusia, como España, ha estado en crisis siempre, qué me dicen de la crisis del Estado de Israel, y sus interminables guerras de exterminio. Pues que llevamos así toda la vida, unos años más y otros menos, pero siempre en situación crítica. Igual que con la crisis climática, que ya ni recordamos cuándo empezó, pero cuyas temperaturas estivales baten récords de estabilidad todos los meses. Quizá los sociólogos y analistas deberían dejar de predicar y elogiar tanto la estabilidad, porque si algo tenemos de sobra son crisis enormemente estables. La territorial, la de la desigualdad, la histórica. Y la climática, por supuesto. Es la estabilidad que hay, y fácil de detectar en el número de banderas que salen a la calle. Que la crisis se recrudece, más banderas. Y más variopintas, más raras, incluso banderas antediluvianas reaparecen. Demasiadas patrias ocupando el mismo espacio, como en Rusia, en los EEUU de Trump y en Gaza y Cisjordania. Hasta Argentina vuelve a estar en su crisis eterna, más estable que La Pampa. ¿Cabe mayor estabilidad que ver una y otra vez lo de siempre, acompañado de los mismos gritos de rigor? Para mí que es una estabilidad metafísica, secular, permanente. Pero probablemente, cuando nos dicen que la legislatura será muy inestable, no se refieren a eso. Se refieren a una estabilidad política ideal, platónica, inexistente en este mundo y totalmente imposible en España. Cuya delirante estabilidad es precisamente lo que nos alarma tanto.