El teniente Sitjar ingresó en el Ejército con solo 15 años y tenía 29 cuando estalló la guerra. Su regimiento se sumó en bloque a la sublevación y él se quedó en una posición muy incómoda por sus simpatías republicanas. Una fuente afirma que era comunista. Lo que es seguro es que pertenecía a la logia masónica Pitágoras de Palma y debió pensar que antes o después le detendrían. Sus compañeros masones, incluido su venerable maestro de la logia, estaban cayendo como moscas. Según el historiador Francisco Sanllorente, al menos ocho fueron asesinados.
Su oportunidad de pasarse llegó con el desembarco de las milicias catalanas en Mallorca el 16 de agosto de 1936. En los primeros días cruzó las líneas y el capitán republicano Alberto Bayo, también masón, lo incorporó enseguida a su estado mayor. Es posible que lo conociera de antes, porque puso en él una confianza realmente asombrosa. Bayo relata en sus memorias una comida con un teniente «enemigo» y asegura: «Este oficial se portó en todos los actos militares como uno más de los nuestros». Así que, de un día para otro, el teniente mallorquín dirigió el combate contra su propio regimiento en las trincheras de la costa levante de la isla. Sobrevivió a la derrota, reembarcó con sus nuevos camaradas y continuó luchando en la Península.
La República le ascendió a capitán y mayor de Infantería con puesto en el Cuartel General del Frente de Aragón. Llegó a jefe de estado mayor del IX Cuerpo de Ejército y sirvió casi toda la guerra en Aragón y Cataluña, con batallas tan importantes como la de Belchite, Teruel y Lleida. En mayo de 1938 le concedieron la Medalla del Deber del Ejército de la República «por los méritos contraídos en distintas acciones de guerra».
Según el historiador David Ginard, en 1939 se exilió a Venezuela y siguió en contacto con movimientos conspirativos contra el régimen franquista. Después se trasladó a Inglaterra, donde fue director de una fábrica de aviones. A partir de aquí, perdemos su pista. No sabemos si él o algún descendiente volvió a pisar Mallorca.
El archivo militar de Ávila guarda una ficha Ejército franquista de 1939 sobre él: «Soltero. Hijo de Bartolomé y María, con domicilio en la calle 31 de Diciembre, nº 46, de Palma. Masón de la logia Pitágoras. Era un gran propagandista del Frente Popular, sin que se sepa que estuviera afiliado a ningún partido político. No se le conocen bienes de fortuna. Su medio de vida era el sueldo que disfrutaba como oficial del Ejército. Actualmente se desconoce su paradero. Estuvo entre los huidos a Menorca, donde pregonaba mucho la victoria republicana y su vuelta pronto a Mallorca para vengarse de los nacionales».
2 comentarios
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Un caballero que aprovechó la oportunidad para actuar resueltamente según sus convicciones. Nada que objetar. Parece que tenía talento, además. Quien carecía de esa cualidad era el 'general' Balloneta.
Sabia diferenciar entre el bé i el mal. Ojala n'hi hagués hagut més